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Rompecabezas Gallardo

Fue la crónica de una muerte anunciada. El River 2016 no terminaba de despegar nunca, y el final de semestre se veía venir. Rápidamente sin chances en el torneo local, el Millonario se abocó a la idea de repetir la obtención de la Copa Libertadores como único objetivo tangible en el corto plazo. Y así son los torneos internacionales: un detalle, te saca de competición y te obliga a sentarte en el sillón para observar de afuera los choques decisivos.

A lo largo de la competencia, salvo contadas excepciones, el nuevo River tuvo poco del viejo. Por primera vez en el ciclo Gallardo, el mensaje cambió drásticamente y muy rápido. En los torneos de verano, el elenco rojiblanco se perfilaba para ser un equipo cuasi suicida. Un solo volante de contención –a priori, Ponzio titular y Nico Domingo suplente- y tres componentes de una línea de mediocampistas ofensivos / creativos además de los dos delanteros. Si lo traducimos a un número telefónico, podría ser un 4-1-3-2.

A la cuarta fecha, cuando River visitó a Rosario Central, el entrenador decidió pegar un volantazo tras dos derrotas consecutivas por el torneo local: quitó un volante creativo de la línea de 3 para darle paso al ingreso de Nicolás Domingo. De esa manera, y hasta el regreso de D’Alessandro, River apostó por el 4-4-2. No sólo en Rosario, ante Central, en donde la decisión puede estar justificada y basada en el pasado inmediato (River jugaba 4-3-1-2 casi de forma religiosa, cambió al 4-4-2 con Boca por la Libertadores y así se encaminó a conquistar su tercera corona continental) sino también en otros encuentros en los cuales era el Millonario el que llevaba la responsabilidad de protagonismo.

Riv1La presencia en buen nivel de Andrés D’Alessandro y la insólita expulsión de Leonardo Ponzio ante The Strongest en La Paz, le solucionaron un problema al entrenador Millonario. La naturaleza de los jugadores con los que cuenta la plantilla Riverplatense y el bajo rendimiento de algunas incorporaciones que podían romper los sistemas con la habilidad individual casi que obligaron al DT a apostar por el 4-3-1-2 con el que su River tuvo la versión más vistosa. Y si bien el equipo de 2016 lejos estuvo de aquella versión de 2014, tuvo pasajes y encuentros mucho más interesantes que con otros esquemas tácticos.

Los detalles mencionados en algún párrafo anterior, dejaron al Millonario sin competencia en lo que resta del primer semestre de 2016 y con la firme sensación de que hay que comenzar todo de nuevo para retomar la senda de la competitividad que destacó al elenco de Núñez en los últimos años. Marcelo Gallardo será el capitán y estratega, y justamente desde su cabeza se comenzarán a delinear las bases del nuevo River.

Riv2Pero bien, ¿qué debería hacer Gallardo para lograr sus objetivos? El primer gran desafío será acertar en la política utilizada en los mercados de pases, quizás, una de las grandes debilidades de la dirigencia encabezada por Rodolfo D’Onofrio. Marcelo Barovero, Leonel Vangioni, Ramiro Funes Mori, Carlos Sánchez, Matías Kranevitter, Ariel Rojas y Teófilo Gutiérrez son todos nombres que emigraron de River, o lo harán, y que le entregaban una identidad reconocible al primer equipo de Gallardo. Hasta aquí, el elenco Millonario no ha logrado reemplazar a sus viejas figuras desde el funcionamiento.

Los nombres que llegaron para reforzar el plantel en junio de 2015, nunca terminaron de explotar y brindarle al equipo las variantes pensadas. Nicolás Bertolo, Luis González, Tabaré Viudez, Javier Saviola o Gonzalo Martínez son algunos de los hombres que no han podido mostrar todo su potencial en éste paso por el club de Núñez. Son muchos. Casi todos los refuerzos que llegaron al club en el último tiempo y pueden ser analizados con seriedad, tras varios encuentros y no por sensacionalismo inmediato.

Riv4Pero, antes de pensar en los nuevos refuerzos, para reemplazar a los que ya no están y a los que no estarán, Gallardo deberá analizar cuál será el estilo de juego que quiere para su nuevo River. ¿Buscará acercarse a una versión de aquel equipo del 2014 que siempre era protagonista a través de la presión alta, la asociación en velocidad y el juego netamente ofensivo? ¿Tratará de encontrar la solidez defensiva que le permitió ganar la Copa Libertadores en 2015 y en base a ello formar el resto del equipo? ¿Jugará con uno o dos volantes centrales? ¿Con uno o dos delanteros? ¿Con extremos o sin ellos? ¿Deseará que sus volantes sean más externos que internos? ¿Buscará lastimar con un juego más directo o apostará a la horizontalidad? ¿Hará de D’alessandro su hombre franquicia o será uno más en el plantel?

Muchas preguntas. Todas tienen la necesidad de ser contestadas para saber cuál es el rumbo que quiere tomar River. Y, después, claro, en base a esos principios, buscar los nombres que le entreguen las variantes necesarias para llevar a cabo el plan de juego. Las palabras de Enzo Francescoli dan a entender que no habrá un gran recambio de nombres en el plantel del Millonario. El lema, en cuanto a los refuerzos, amaga a ser –desde el discurso- el mismo de los últimos años: que sea poco pero bueno. Más la presencia de algunos proyectos surgidos de divisiones inferiores, el retorno de otros y el resto de la base del plantel que quede, River intentará volver a las vías que transitó en el 2014/15.

Para Gallardo será un gran desafío: rearmar a un equipo que viene en la mala. Algo que nunca ha enfrentado en su exitosísima carrera como DT. ¿Podrá lograrlo y reconfirmar todo lo que mostró en el comienzo de la misma? Sólo el tiempo será testigo.

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